Mary Burns explora el uso de las tecnologías como parte de la reforma educativa. Ayuda a los gobiernos a planificar el uso de la tecnología y diseña, imparte e investiga el desarrollo profesional docente, tanto de manera presencial como online.
En 1926 un grupo de chicos de Nairobi, Kenia, disfrutó de una oportunidad que nunca antes se le había ofrecido a otro estudiante en África Subsahariana: la inscripción en la enseñanza secundaria. Alliance High School, el primer instituto de educación secundaria de la región, se centraba en inculcar las destrezas académicas, el carácter, la fe cristiana y los valores europeos, lo que entonces se consideraba el canon esencial para una participación completa en la vida académica, profesional y civil, a un grupo de chicos (más tarde, también chicas) de la elite.
Casi un siglo más tarde, la educación secundaria se ha extendido por el África Subsahariana. A diferencia de los gobiernos coloniales, que no veían la necesidad para los africanos de una educación escolar más allá de la primaria, los gobiernos del África Subsahariana reconocen hoy que la ampliación de la educación secundaria confiere directamente grandes beneficios públicos: valiosos réditos económicos bajo la forma de crecimiento económico, reducción de la pobreza, equidad y cohesión social. Reconocen también que la educación secundaria proporciona beneficios privados, bajo la forma de mejores resultados económicos y vitales y de acceso al conocimiento especializado, a la educación superior y a los empleos en el sector formal. De hecho, en todo el mundo, aquellos países que han experimentado los aumentos más rápidos y sostenibles en los logros educativos y en el crecimiento económico, lo han hecho mejorando el acceso, la equidad y la calidad de los niveles primario, secundario y terciario de la educación.
En 2018 la Fundación MasterCard, que se centra en la relación entre la educación secundaria y el empleo formal, me invitó a dirigir un estudio acerca de cómo la tecnología educativa se está utilizando para mejorar la calidad y transmisión de la educación secundaria en África Subsahariana1. Los siguientes dos posts abordan algunos hallazgos clave de este estudio (que se puede encontrar aquí completo). Este post comienza con cinco observaciones acerca del estatus de la educación secundaria en África Subsahariana. El segundo post (que se publicará próximamente) analiza el estatus de la tecnología a la hora de mejorar el acceso y la calidad de la educación secundaria en la región.
1. La educación secundaria se expande a lo largo del África Subsahariana
África Subsahariana (ASS) ha avanzado significativamente en la matriculación en la educación secundaria, desde una tasa general neta de matriculación de un 11 por ciento en 1970 a un 32 por ciento y un 22 por ciento, para la primera y la segunda etapa respectivamente, de la educación secundaria en 2018 (UNICEF, 2019).
Este aumento ha sido más acusado en los países más pobres. Por ejemplo, en Mozambique, la matriculación saltó desde un 7 por ciento en 1999 a un 34 por ciento en 2012. En casi todos los países del ASS, a medida que más niños y niñas completan la escuela primaria, la demanda de educación segundaria sigue aumentando, a la vez que lo hace también la presión sobre el sistema de educación secundaria para cubrir esta demanda. Algunos gobiernos, entre ellos los de Malawi, Sierra Leona y Ghana, han respondido a este aumento de la demanda suprimiendo las tasas de matrícula de secundaria.
2. Pero se caracteriza por una alta tasa de exclusión
Aún así, a pesar de este aumento de la matriculación, para la mayoría de la juventud africana, la educación termina en la escuela primaria. La región se resiente de unos inmensos diferenciales entre los países y dentro de ellos en términos del acceso a la educación secundaria. Por ejemplo, el 80 por ciento del alumnado de Botsuana, Sudáfrica y Cabo Verde asisten a la escuela secundaria, comparado con un 20 por ciento aproximado en la República Centroafricana, Chad y Níger. En el conjunto del ASS, las tasas de finalización para el alumnado de la primera y segunda etapa de la educación segundaria se mantiene en un 42 por ciento y en un 30 por ciento respectivamente.
Prácticamente en la misma medida que en 1926, los principales beneficiarios de la educación secundaria son chicos ricos y urbanos. El alumnado rural, el alumnado pobre, las chicas, la población refugiada y desplazada internamente, el alumnado con discapacidades y las minorías étnicas y religiosas padecen fuertes tasas de exclusión de la escuela secundaria. Los conflictos en África Central y en la región del Sahel y las políticas gubernamentales que limitan la educación obligatoria han exacerbado esta exclusión.
Por encima de todo, lo que limita el acceso a la educación secundaria es la desigualdad económica y las altas cifras de pobreza de la región. Incluso en países como Zimbabue y Zambia, donde el acceso a la educación primaria está garantizado por igual a la población pobre y a la rica, la educación secundaria es mucho más accesible a la población rica frente al 50 por ciento del alumnado más pobre.
3. Las chicas tienen una desventaja especial en lo que se refiere a la educación secundaria
A medida que la matriculación en secundaria aumenta en África Subsahariana, también aumentan las disparidades de género a la hora de acceder a la educación secundaria. ASS tiene la tasa de matriculación femenina en secundaria más baja del mundo, aunque, una vez más, las variaciones entre países son muy grandes. Por ejemplo, la tasa bruta de matrícula femenina en la educación secundaria supera el 100 por ciento en Sudáfrica, mientras que es de un 12 y de un 16 por ciento en la República Centroafricana y Níger respectivamente (UNECA, 2017).
Esta disparidad de género está en correlación con la pobreza y lo rural. En Malawi, solamente 5 de cada 100 chicas entre la población rural más pobre asisten a la escuela secundaria, pero apenas una de ellas completará el ciclo de la educación secundaria. En Nigeria, el 3 por ciento de las chicas rurales más empobrecidas terminará la educación secundaria, en contraste con el 92 por ciento de los chicos urbanos más ricos.
Numerosos factores mantienen a las chicas fuera de la escuela secundaria: las elevadas tasas de fertilidad, conflictos, matrimonios infantiles y adolescentes, la generalización de la violencia y el acoso sexual, los temores sobre la seguridad de alojarse en residencias, falta de instalaciones sanitarias, discriminación de género y las ideas tradicionales sobre las obligaciones de trabajo y de cuidado de las chicas, que les impiden asistir a la escuela.
4. ASS se enfrenta a una carencia de profesorado de secundaria
En el conjunto de la región, no hay suficiente profesorado de secundaria, ni profesorado bien formado, y aún menos profesorado de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM). A buena parte de este profesorado no se le ha formado adecuadamente, ni en su área de contenidos ni en pedagogía. Como consecuencia, muchos docentes muestran lagunas de competencia en contenidos (especialmente en las asignaturas STEM) y recurren a una pedagogía muy tradicional. Hay otros frentes asociados con la formación del profesorado –una carencia de personal para educar al profesorado; la calidad y duración variada de la educación del profesorado, con muy poco tiempo dedicado a la formación pedagógica y las prácticas profesionales tutorizadas. La mayoría del profesorado en África Subsahariana no recibe un apoyo ni un desarrollo profesional continuados; y allí donde sí lo reciben, las iniciativas se fragmentan entre el periodo previo a la contratación y la formación durante la contratación.
5. El sistema de educación secundaria tiene como tarea equilibrar el acceso, la calidad y la equidad
Los países del África Subsahariana tienen que destinar más recursos a ampliar el acceso a la educación secundaria, de manera que esta sirva, no solamente a las élites, sino a todo el alumnado. Los gobiernos necesitan equilibrar el acceso, con mejoras simultáneas tanto en calidad como en equidad. La magnitud de este desafío para las próximas décadas no tiene precedentes históricamente. Mejorar el acceso a la educación secundaria y garantizar la calidad y la equidad requerirá unos cambios políticos sustanciales y una enorme inversión en recursos, tanto humanos como financieros. También exigirá una mayor inversión tanto en la etapa primaria como en la etapa terciaria de la educación, puesto que los sistemas secundarios están inextricablemente ligados (así como influidos) a ellas.
El empleo de diversas tecnologías educativas puede jugar un papel importante, aunque limitado, a la hora de abordar algunos de estos urgentes desafíos. “Limitado” porque los cambios políticos y su implantación con éxito serán la clave para impulsar la educación secundaria. Pero, como parte de un sistema de reforma general, con las políticas y los apoyos adecuados, los gobiernos pueden apoyarse en el potencial de la tecnología para abordar algunos de los temas más fastidiosos a los que se enfrenta la educación secundaria. Estos incluyen los temas del acceso a la educación, de la transmisión de contenidos, la mejora de la calidad de la enseñanza y el aprendizaje y el desarrollo profesional del profesorado.
El próximo post se centrará en la situación de estos intentos.
1Además de una investigación de despacho y entrevistas, este trabajo incluía también visitas a casos concretos de estudio en Botsuana, Sudáfrica, Isla Mauricio y Cabo Verde
Referencias
Burns, M. et al (2019). Information and Communications Technologies in Secondary Education in Sub-Saharan Africa: Policies, Practices, Trends and Recommendations.
United Nations Children's Fund. (2019, noviembre). Net enrollment for lower secondary school in Sub-Saharan Africa: Regional aggregates based on >50% population coverage.
United Nations Economic Commission for Africa. (2017). Economic Report on Africa 2017: Urbanization and Industrialization for Africa’s Transformation.