Cuando enseñar el currículum y aprenderlo entran en conflicto

Escrito el 18 Nov 19 por Joshua Muskin
Currículo

 

En todo el mundo, el currículum es la dimensión que más ferozmente se defiende dentro del sistema educativo. Un currículum encarna y transmite la herencia, las creencias claves y las ambiciones de una nación o de una región, y pavimenta el camino educativo para su futura ciudadanía y su fuerza de trabajo. Personal experto en todas las disciplinas académicas se esfuerza por imbuir el currículum de los cimientos intelectuales y del conocimiento y los descubrimientos más recientes de sus campos respectivos. En su conjunto, se diría a veces que este cuerpo de profesionales crea el currículum siguiendo un proceso fundamentalmente aditivo, añadiendo contenidos nuevos que eliminan o condensan los antiguos. Además, puesto que quienes se encargan de desarrollar el currículum suelen operar en compartimentos estancos según las asignaturas, ignoran en gran parte el volumen del contenido que sus colegas están recopilando. En último lugar, erigiéndose como árbitro de los logros finales del currículum, se sitúa la agencia examinadora.

El resultado más habitual es un currículum que desborda de contenido, codificado en los libros de textos respectivos como una combinación de:

  • Objetivos centrales de aprendizaje: Por ejemplo, sumar números de dos cifras, emplear los adjetivos y adquirir buenos hábitos de higiene y nutrición. 
  • Conocimientos temáticos: Por ejemplo, la población de la comunidad, el medio ambiente y la economía.
  • Información, ilustración y ejercicios: Normalmente una colección de datos y ejercicios extraídos de un contexto (habitualmente metropolitano), que representa un contexto genérico o una amalgama de diversos contextos y que pretende dotar de un significado específico a los objetivos y temas centrales. 

Ante esta abundancia de contenidos y el objetivo de lograr unos buenos resultados en las pruebas a final de cada año o de cada ciclo, el profesorado adopta una estrategia común y aparentemente justificable. Básicamente, agachan la cabeza y esprintan a lo largo del libro de texto para poder cubrir todo el temario en el curso del año escolar. El alumnado lucha por seguir el ritmo o, sencillamente, se pierde en algún momento del camino, angustiado y sin aliento. La frecuencia con la que ocurre esto queda patente en las altas tasas de abandono escolar con las que se enfrentan muchos sistemas educativos. El hecho de que las tasas de abandono sean más graves en los primeros cursos de la educación primaria encaja claramente con esta conclusión. Aquí es donde los niños y las niñas acumulan las bases del aprendizaje. Si el profesorado pasa a la siguiente lección antes de que la mayoría de su alumnado haya dominado el contenido de la lección en curso, la comprensión de las lecciones siguientes se hace cada vez más improbable.

He compartido recientemente este análisis con un grupo de inspectores y líderes distritales de educación en Uganda. Han reconocido el problema, pero concluían que no había alternativa: el currículum es oficial y debe ser impartido por completo. Pensando en cómo contestar a esto, les propuse un cálculo hipotético: «Digamos que una profesora completa el 100 por cien del currículum, pero únicamente el 10 por ciento del alumnado consigue llegar a la “línea de meta” con ella, ¿se podría decir que el aprendizaje total fue únicamente de un 10 por ciento? Ahora imaginemos que esa profesora únicamente imparte el 60 por ciento del currículum, tomándose su tiempo para asegurarse de que más niños y niñas aprendan. Esto no supone que se detenga cuando ha cubierto seis décimas partes del currículum, sino que renuncie a un 40 por ciento de cada unidad o módulo. Si tan solo lograra que la mitad de su clase asimilara ese 60 por ciento, eso supondría que se ha producido un aprendizaje del 30 por ciento. Lo que supone tres veces más la cantidad del aprendizaje total que en el caso del 10 por ciento.»

Admitiendo que es una manera simplista de caracterizar el desafío del aprendizaje, aún así, espero que plantee una manera legítima de analizar esta situación tan compleja. ¿Cuánto aprendizaje proporciona en realidad una adhesión servil al currículum? ¿Qué parte del currículum es vital para el aprendizaje, contribuye a una comprensión auténtica, permite retener conceptos y es útil? Sin duda los objetivos y los temas centrales de aprendizaje son esenciales, pero, ¿podríamos decir lo mismo acerca de la información adicional, las ilustraciones y los ejercicios? Estas preguntan anuncian la segunda manera en la que impartir el currículum completo puede perjudicar el aprendizaje del alumnado.

El currículum para el siglo XXI

En demasiados escenarios, cubrir por completo el currículum se relaciona con el aprendizaje memorístico de su contenido. Pocas personas a lo largo y ancho de la comunidad educativa global defenderían esto como un aprendizaje productivo. Esta crítica es especialmente relevante a medida que más y más sistemas abrazan la meta de la enseñanza para el siglo XXI. A medida que el profesorado se siente presionado para cubrir todos los contenidos de un currículum y de su libro de texto, la calidad del aprendizaje se resiente al menos en tres aspectos fundamentales:

  • Uno: no hay tiempo o no lo hay apenas para una evaluación continua formativa eficaz, que persiga específicamente obtener un feedback y poner remedio a las carencias.
  • Dos: los contenidos se quedan en un nivel genérico y a menudo abstracto, por lo que el alumnado no puede aprender de maneras que les sean ni relevante ni prácticas en su contexto local, disminuyendo así tanto su motivación para el aprendizaje como su capacidad de comprensión y retención. 
  • Tres: se descuida permanentemente el cultivo de las destrezas básicas personales que las naciones y las comunidades necesitan que tengan las personas que completan sus estudios, tanto para vivir como para ganarse la vida.

La recomendación evidente, por lo tanto, es reducir el currículum a sus objetivos de aprendizaje y temas básicos. Esto puede ser algo obvio, pero pocas veces se implementa. Si al profesorado se le proporcionara un currículum simplificado, podría enriquecer sus clases con informaciones, ilustraciones y ejercicios procedentes del contexto familiar del alumnado. Podría tomarse el tiempo necesario para obtener un feedback, implantar medidas correctivas y, para el alumnado más rápido, hacer ampliaciones. Y podría cultivar las destrezas personales del alumnado, preparándolo para los desafíos y oportunidades del siglo XXI, con independencia del papel social o económico, o del escenario geográfico que ocupe en su etapa juvenil y adulta.

Cuando menos se convierte en más

Esto puede sonar duro, pero mi convicción es que habrá mucha gente que dirá que las destrezas para enseñar de esta manera superan la capacidad de la mayoría del profesorado. Aún así, la viabilidad y los beneficios de este enfoque se han demostrado convincentemente en la experiencia del programa Speed School en Etiopía y Uganda. Este programa acelerado de educación cubre los tres primeros años de escolarización primaria con niños y niñas entre 8 y 14 años en un solo curso escolar. Esto es posible reduciendo los tres años de currículum a los objetivos y temas de aprendizaje básicos, en un solo curso escolar. El contenido con el que animar estos elementos esenciales procede del contexto que los rodea. Las clases combinan los objetivos de aprendizaje académicos, prácticos y personales y el alumnado aprende en grupos pequeños. Las clases son impartidas por un profesorado joven y a menudo no acreditado procedente de las comunidades locales, que recibe una formación intensiva y apoyo para emplear métodos muy centrados en el alumnado y basados en actividades y que lleva a cabo una evaluación formativa continua auténtica. ¿El resultado? El programa ha equipado a niños y niñas a quienes el sistema había previamente abandonado para poder reingresar (o ingresar por primera vez) en la escuela primaria y para progresar allí como líderes, tanto académica como socialmente.

Así pues, líderes educativos y socios internacionales, es hora de hacer cuentas. En el caso del currículum, menos (contenido) puede convertirse claramente en más (aprendizaje).

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