El aprendizaje en línea se ha convertido cada vez más en un medio popular y generalizado para el desarrollo profesional del profesorado en todo el mundo, tanto en los países ricos como en los pobres (Burns, en prensa).
Es fácil ver su atractivo. Permite a los Ministerios de Educación ampliar las oportunidades de aprendizaje profesional para el profesorado; el personal docente puede acceder a los cursos en línea a través del teléfono móvil que ya suelen tener; se pueden añadir nuevos contenidos a bajo coste; y el aprendizaje en línea puede eliminar los costes financieros y de personal del desarrollo profesional, ya que el profesorado puede participar en las formaciones en sus comunidades después de la escuela.
Para buena parte del alumnado de todo el mundo, como las mujeres o las personas con discapacidad, que no pueden desplazarse para asistir a cursos de formación presenciales debido a las limitaciones culturales y físicas, el aprendizaje en línea proporciona un acceso flexible a personal experto e interacciones profesionales que, de otro modo, serían inaccesibles en un entorno no conectado a la red. El profesorado suele apreciar la comodidad, la flexibilidad y la naturaleza personalizable del aprendizaje en línea (Burns, en prensa).
Comodidad, acceso, elección, popularidad, flexibilidad: el aprendizaje en línea cumple muchos requisitos. Pero, ¿ofrece un aprendizaje de calidad? Esa pregunta no tiene una respuesta fácil.
El aprendizaje en línea lucha no sólo contra las percepciones de su baja calidad, sino con una baja calidad real (Global Education Monitoring Report Team, 2022; Diliberti, 2018). Sin mecanismos e instituciones formales para evaluar su oferta, a menudo los programas de aprendizaje en línea han escapado a la evaluación y la supervisión. Sin un conjunto de datos de evaluación longitudinales y basados en pruebas, que muestren impactos mensurables en el aprendizaje del profesorado, el aprendizaje en línea ha tenido que luchar contra las percepciones de su calidad, impacto y eficacia. Y esta ausencia de pruebas de calidad tiene efectos en cascada sobre importantes objetivos educativos globales. ¿Por qué molestarse en invertir en infraestructuras de aprendizaje en línea si las pruebas de su eficacia son limitadas? ¿Por qué ampliar la educación en línea si ésta no es óptima? Sin la calidad como piedra angular, los objetivos educativos entrecruzados de la equidad y la inclusión se convierten en constructos diluidos.
El imperativo de calidad del aprendizaje en línea
La calidad es un término escurridizo y mal definido, pero este blog lo define de forma comparativa: cómo de bueno es algo, sobre todo en comparación con otro elemento (por ejemplo, aprendizaje en línea frente al aprendizaje presencial). La calidad también incluye elementos de valor, valía, impacto y eficacia. Como se afirma en Educación a distancia para la formación del profesorado: Modos, modelos y métodos [Distance Education for Teacher Training: Modes, Models and Methods], del Education Development Center, los programas en línea no tienen una alta calidad de manera automática: hay que conseguir que la tengan. Así pues, cuando las personas responsables de las políticas educativas y del planeamiento evalúen las distintas opciones de aprendizaje en línea para la formación inicial y continua del profesorado, deberían insistir en que los programas en línea se adhieran a los siguientes elementos y aportaciones:
Un diseño conforme a criterios
La calidad comienza con los criterios: criterios mínimos que definen lo que constituye la calidad para cada elemento de un programa en línea. Los criterios enmarcan los parámetros del programa en línea: definen las metas y los objetivos y especifican claramente las destrezas que deben adquirirse; explicitan los métodos de aprendizaje que se deben utilizar, así como todos los insumos y actividades, y qué aprendizaje debe apoyar la tecnología y cómo debe hacerlo.
Tenemos una gran cantidad de criterios nacionales e internacionales para orientar el diseño y el desarrollo de programas en línea. La publicación UNESCO ICT Competency Framework for Teachers, así como Quality Matters proporcionan ejemplos de criterios que orientan específicamente desde las competencias tecnológicas del profesorado y del personal encargado de su formación hasta el desarrollo de materiales y el diseño de programas en línea.
Participar en un proceso de garantía de calidad
Los criterios son la base de la "garantía de calidad". La garantía de calidad (GC) es el conjunto de procedimientos que monitorizan el rendimiento con respecto a los criterios para garantizar la obtención de resultados de calidad. La GC suele centrarse en la planificación, los procesos y los resultados con el fin de identificar, analizar y eliminar cualquier defecto en los procesos y los resultados (Leahy et al., 2009). Cuando se aplica según lo previsto, la garantía de calidad puede fomentar un espíritu de reflexión y mejora continuas dentro de un programa en línea o de las instituciones que gestionan estos programas.
La garantía de calidad puede ser asumida de manera interna por el propio programa en línea, o de forma externa a través de un proceso de revisión por pares (por ejemplo, por un gobierno) o por una agencia de acreditación, como la International Accreditors for Continuing Education and Training. Un proceso de este tipo asegura a quienes son responsables de la acción política, al alumnado y al público en general que existen normas que garantizan la calidad de los programas, que orientan las aportaciones y las actividades, y que hay un sistema en funcionamiento que garantiza el cumplimiento de la calidad. El alumnado que se gradúa en programas en línea acreditados tiene mayores oportunidades de empleo, formación continua y movilidad (Distance Education Accreditation Commission, 2022).
Evaluación rigurosa del programa en línea
Mientras que la garantía de calidad examina la fidelidad a los criterios, la evaluación analiza el impacto y la valía, ambos elementos clave de la calidad.
Una supervisión continua y evaluaciones rigurosas, bien diseñadas y aplicadas son fundamentales para el éxito de cualquier programa de educación en línea. Estas evaluaciones comunican a quienes se encargan de las políticas, planeamientos y financiación el valor y el mérito de los programas a distancia. Las evaluaciones pueden mejorar los programas y determinar cuáles deben mantenerse, modificarse, cerrarse o ampliarse. Proporcionan información sobre un programa concreto, generan conocimientos y ayudan a la plantilla educativa a generalizar o predecir comportamientos o resultados futuros en situaciones similares para poder así escalar las innovaciones (Patton, 2008).
Sin unas evaluaciones bien diseñadas y rigurosas, los programas en línea no pueden afirmar nada sobre la eficacia de su intervención. Sin una evaluación, quienes se responsabilizan de las políticas no tienen ni idea de si un programa de educación en línea funciona realmente. Los beneficios de saber qué programas funcionan y cuáles no —y qué elementos de un programa en línea funcionan, para quién y en qué condiciones— son un importante bien público.
Empleo de personal instructor en línea cualificado
Por último, el aprendizaje en línea no elimina la necesidad de una buena enseñanza, sino que la amplifica. A pesar de la presencia de múltiples versiones de criterios para la enseñanza virtual y del reconocimiento casi universal de lo importante que es que el profesorado sea bueno —incluso en línea—, a menudo ha sido complicado para los programas de aprendizaje en línea encontrar al personal instructor que sepa cómo enseñar bien en línea. Es aún más perjudicial el hecho de que la mayoría de los programas recurran a un personal instructor que no ha recibido ninguna preparación sobre la enseñanza virtual (Archambault & Kennedy, 2018).
Las investigaciones han concluido claramente que, al igual que en la enseñanza presencial, el personal instructor en línea atento y competente es el mayor determinante del éxito del alumnado virtual. Así pues, los programas deben preparar y apoyar al personal para poder enseñar en línea. Esta preparación, como mínimo, debe incluir una formación tecnológica; centrarse en ayudar al personal instructor para que desarrolle habilidades de enseñanza virtual, como promover la interacción entre profesorado y alumnos y mostrar estrategias para fomentar el aprendizaje activo, la participación y la colaboración en el entorno virtual; y proporcionar al alumnado expectativas claras, técnicas de facilitación y estrategias de retroalimentación.
El atractivo de la educación en línea para quienes son responsables de las políticas educativas es que ofrece educación a escala. En estas economías de escala, el riesgo es que los programas de baja calidad desplacen a los de alta calidad, con el consiguiente perjuicio para profesorado y alumnado. Establecer mecanismos de rendición de cuentas para los programas de enseñanza virtuales, que evalúen si han sido explícitamente diseñados utilizando criterios de calidad, con una evaluación rigurosa de sus programas, empleando un marco de garantía de calidad y asegurándose de que el profesorado está cualificado para enseñar en línea es un buen comienzo para mejorar la calidad general de los programas de aprendizaje en línea.
Referencias
Diliberti, R. 2018. Assessing Quality: Teachers' Perceptions of State Virtual School Courses. Doctoral dissertation, Oakland University.
Distance Education Accreditation Commission. 2022. The DEAC Handbook. Distance Education Accreditation Commission.
Global Education Monitoring Report Team. 2022. Los actores no estatales en la educación superior: ¿una visión compartida de la calidad y la asequibilidad? UNESCO.
Leahy, M.; Thielsen, V.; Millington, M.; Austin, B.; Fleming, A. 2009. Quality assurance and program evaluation: Terms, models, and applications. Journal of Rehabilitation Administration, 33(2), 69-82.
Patton, M. 2008. Utilization-focused evaluation (4th ed.). Sage.